sábado, 11 de julio de 2009

¿El G-8 decide por todos?

Notas al margen de la cumbre del G8

La crisis climática en la que está sumergido el mundo es provocada por la crisis energética, el consumo excesivo de recursos naturales, los modelos de producción que generan desechos y son perjudiciales, y una forma fundamentalmente antidemocrática y anti-social de manejar los recursos naturales, que ha impedido sistemáticamente que las comunidades locales tengan soberanía sobre sus propios recursos y opciones de desarrollo.

La historia de la explotación de crudo realmente desafía los límites de la decencia. El medio ambiente primitivo, las reservas naturales, los territorios indígenas y los sitios de biodiversidad no han sido respetados por las empresas petroleras y mineras que se han beneficiado con grandes ganancias sin compensar a las comunidades y gozando de impunidad.

Ningún acuerdo climático que modifique las metas generales de reducción de emisiones a largo plazo será suficiente para combatir la emergencia climática y las responsabilidades de quienes la generaron. Las actuales negociaciones de clima no se refieren a la necesidad de implementar políticas diferentes de energía, transporte, vivienda, agricultura y nuevos enfoques en otros sectores de la sociedad. Tampoco fomentan la necesidad de consumir menos, en particular en los países del Norte. La narrativa de clima mundial nos está alejando de la meta principal que cualquier acción debería tener: extraer y consumir menos y menos combustibles fósiles.


Los países del Norte deben adoptar cambios drásticos en sus patrones de consumo y estilos de vida, que reduzcan las demandas de energía y minerales, extraídos en su mayoría de los países del tercer mundo.

El enfoque del G8 a la crisis climática continúa siendo limitado y restringido al ámbito de mecanismos de mercado y la primacía del sector privado. Este enfoque ya ha probado ser un fracaso. Favorece solamente a las corporaciones para acumular más ganancias, no paga por la reparación de daños al medio ambiente y a las comunidades, generados hasta ahora y evita transformar sus negocios.


Los movimientos sociales internacionales están proponiendo estrategias para combatir el cambio climático, centradas en el individuo, las comunidades y las responsabilidades de las instituciones públicas y que enfrenten la capacidad de las multinacionales y ciertos gobiernos para evitar sus responsabilidades legales y éticas. Hay miles de prácticas alternativas a nivel de la administración comunitaria y local y existen propuestas de políticas a nivel local, nacional e internacional que han sido planteadas como parte de estrategias en este sentido.

Eliminar progresivamente la economía petrolera

La economía del petróleo ha llevado al mundo a niveles históricos de crisis, guerras y otros conflictos, corrupción, al igual que catástrofes que han desplazado a las víctimas de sus fuentes, más frecuentemente halladas en el Sur. El petróleo ha sido presentado como una fuente de energía barata, pero la realidad es que el verdadero costo del petróleo ha sido cargado hacia las comunidades locales empobrecidas y al medio ambiente. Sin darse cuenta, el mundo se ha vuelto adicto al crudo y sus derivados, de una forma que prácticamente llena nuestros cuerpos de petróleo.

Las emisiones de carbono deberían ser reducidas en forma drástica y se necesita en forma urgente una transición a un modelo diferente de producción y consumo para romper con la dependencia de nuestra economía de la extracción de combustibles fósiles. La extracción de petróleo casi nunca trae beneficios a las comunidades locales y a los pobres, por lo general las ganacias viajan hacia los países ricos del norte y los daños quedan en los países pobres del sur. Por el contrario, es una amenaza a la soberanía alimentaria y a los derechos humanos de los pueblos indígenas y locales.

Las nuevas fronteras de petróleo


La avaricia de energía hace que las empresas recurran a nuevas fuentes, como las arenas de alquitrán y el betún. Estas nuevas fronteras de extracción de petróleo son insustentables e irresponsables desde el punto de vista económico, ambiental y social. Mediante el uso de grandes cantidades de agua, energía y tierra provocan un daño irreversible al medio ambiente y el clima, que no tiene precedentes en la historia. Esta nueva extracción provoca más impactos que el petróleo y se prevé que aumente los niveles de conflictos y devastación de la naturaleza. Incluso con el agregado de estas fuentes de petróleo más sucias, el apetito insaciable de energía no será satisfecho.

No menospreciar el desarrollo local


La minería destructiva a gran escala es incompatible con los muchos sistemas culturales de pueblos indígenas y comunidades locales. En casi todas las operaciones y proyectos de gran escala, faltan consultas adecuadas y auténticas con las comunidades que van a ser afectadas. En casos donde las consultas públicas supuestamente son llevadas a cabo, a menudo son superficiales, no tienen en cuenta la cultura, son tendenciosas y en algunos casos engañosas y coercivas.

Defender los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales y priorizar el desarrollo y manejo de recursos comunitario e iniciado por las comunidades debería ser la prioridad de los movimientos sociales.

Políticas públicas para el bien común

El debate climático debe ser reenmarcado. Los gobiernos deberían dejar de una vez por todas de promover los intereses empresariales y promover políticas públicas con el fin de apoyar un modelo económico diferente centrado en el uso sustentable de los recursos naturales, para reducir el consumo, consumir producción principalmente local, proteger el medio ambiente y los derechos humanos, incluso los derechos de las comunidades afectadas a elegir como manejar los recursos de sus propios territorios.

El cambio de estilo de vida también debe llevarnos al uso sustentable de materiales locales en sintonía con las realidades climáticas en cualquier sector productivo de la sociedad, incluso en la construcción de viviendas. Esto requiere actos simples de reducción, reutilización y reciclaje de desechos. No hacen falta las tecnologías y las nuevas prácticas, el tema es la democracia en el acceso a las mismas y la necesidad de políticas sociales justas que garantizan el acceso a todos de manera adecuada, democrática y controlada, poniendo las comunidades en el centro y su derecho a decidir qué desarrollo seguir en respeto a la naturaleza y los derechos humanos.

Se necesita una transición urgente a una economía post carbono. Es hora de pagar la deuda ecológica que el Norte le debe al Sur, que los ricos le deben a los pobres.

El mundo necesita cambiar hacia fuentes de energía renovables, limpias y decentralizadas. El mundo debe avanzar lejos de las formas intensivas de combustibles fósiles de agricultura industrial y en cambio apoyar a los pequeños productores y los enfoques agroecológicos que han demostrado ser más adecuados y más productivos que los cultivos genéticamente modificados y otros que dependen de los aportes químicos artificiales. Debemos resistir la globalización corporativa.

La cumbre del G8 no puede decidir por el mundo. Los demás países del planeta, aquellos que ponemos nuestra cuota de quedarnos con los daños al medio ambiente, al suelo, al agua, a los bosques, a la fauna, debemos tener nuestro poder de decisión y no esperar otros 50 años para ver si, de buena voluntad, los países ricos redujeron en algo sus emisiones de co2 al medio.


Fuente: Amigos de la Tierra. http://www.foei.org/en/what-we-do/energy-sovereignty/global/2009/

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es muy triste ver como dia a dia se degrada el medio ambiente por la ambicion de las potencias mundiales de obtener dinero, van dejando los paices cada ves mas pobres y el ambiente mas contaminado.
seria bueno que se frenara esto o de lo contrario lo vamos a lamentar, muy pronto.