viernes, 28 de enero de 2011

Transporte urbano, Movilidad y Contaminación

El tema de la polución –en todas sus manifestaciones– ha generado un gran número de estudios en todo el mundo. En el área del transporte urbano, los análisis se han concentrado en dos impactos ambientales:

La contaminación atmosférica y el ruido provocado por el tráfico. La importancia de dichos estudios está relacionada tanto con la evaluación del impacto a la salud de las personas como el impacto a mediano plazo al medio ambiente global. Muchos de los contaminantes tienen efectos nocivos para la salud humana claramente definidos. Por ejemplo, el monóxido de carbono reacciona con la hemoglobina de la sangre y afecta a personas con anemia, problemas cardíacos y problemas pulmonares crónicos. Los hidrocarburos reaccionan con el dióxido de nitrógeno y causan problemas respiratorios. El dióxido de azufre, asociado al material particulado, puede causar daños graves en personas con bronquitis crónica (Varma et al., 1992). El Banco Mundial estima que cerca de 1.100 millones de personas en el mundo están expuestas a niveles excesivos de material particulado y dióxido de azufre (Banco Mundial, 1996). La concientización acerca de ese problema ha sido promocionada hace muchas décadas, como lo destaca Bovy (1990) y el tema ya ha pasado por varias fases de crecimiento en importancia dentro de la sociedad.



Los países europeos, a través de la OCDE, han realizado varios estudios acerca de transporte y medio ambiente. En uno de los más importantes (OECD, 1988) se analizaron los impactos ambientales del transporte en esos países, así como posibles soluciones que ya están siendo adoptadas.


El estudio identificó dos impactos principales –la contaminación atmosférica y el ruido– buscando evaluar en qué ciudades son más relevantes.


En términos de contaminación atmosférica, la ciudad de Los Ángeles es la principal, por la dimensión de su flota y la cantidad de viajes diarios realizados en automóvil (39 millones). En esa ciudad, los automóviles son responsables por 80% del monóxido de carbono, dos tercios del dióxido de nitrógeno y 50% de las emisiones de hidrocarburos. Un fenómeno similar ha sido observado en Londres, aunque en menor escala, donde los vehículos motorizados lanzan a la atmósfera 1,05 millón de toneladas de contaminantes al año. En Atenas, la contaminación es crítica debido a la conjunción de factores climáticos, la flota envejecida y mal mantenida, la congestión de tráfico (la velocidad en la región central es de siete a ocho km/h) y el combustible de baja calidad (en un intento por minimizar esos factores, la ciudad tiene una rotación de vehículos).



Al observar las tendencias en los países de la OCDE, el informe demuestra que las emisiones de CO, HC y plomo desde fuentes móviles han disminuido considerablemente en Estados Unidos y en Japón, debido a regulaciones cada vez más estrictas. En Estados Unidos, las reducciones fueron de 23% de CO, 30% de HC y 68% de plomo con relación a 1975. En Europa, dichas emisiones registraron una estabilización, luego de haber crecido. Allá el fenómeno demuestra ser más lento, pues la regulación europea es menos rígida, ha sido adoptada tardíamente y la flota de vehículos todavía sigue siendo sustituida.


Los estudios de emisión fueron acompañados de estudios epidemiológicos sobre las consecuencias de la contaminación a la salud humana que analizaron la función “dosis-respuesta” de cada contaminante, o sea, la consecuencia para la salud de una determinada dosis de exposición al agente contaminante. Con esas relaciones disponibles es posible prever los resultados de dos situaciones relevantes para las políticas públicas: lo que sucede cuando la concentración de un contaminante aumenta – como en el caso de muchos países en desarrollo– y lo que sucede cuando disminuye, lo que puede ocurrir con la puesta en marcha de programas de control de la contaminación. En ambos casos, los beneficios pueden ser estimados, por ejemplo, en ahorros en instalaciones hospitalarias o en la reducción de días perdidos de trabajo y, en situaciones límite, en la reducción de muertes. Algunos estudios incluso intentaron valorar dichos beneficios.



Hoy, no sólo los efectos negativos de la contaminación a la salud humana han sido reconocidos y por eso no sólo el transporte sino también el agua, requieren ser visto también como un problema de salud pública (Steensberg, 1997). En el ámbito local, el impacto final a la salud de las personas depende del grado de concentración de los gases en la atmósfera y del tiempo de exposición de las personas a esos gases. De esa manera, los volúmenes grandes de contaminantes pueden ser menos nocivos en ambientes con fuertes vientos, pues estos impiden las altas concentraciones.


Cada vez hay más evidencias de que, desde que el plomo fue eliminado, el material particulado (MP) es el contaminante más perjudicial para la salud (Gwilliam, 2000). Existe una preocupación creciente acerca del impacto del MP en la salud de personas mayores y de personas con problemas respiratorios, que pueden llegar a la muerte.


Tomado de:

Análisis de la movilidad urbana. Espacio, medio ambiente y equidad. Sep 2010

Autor: Eduardo Alcántara Vasconcellos

Documento elaborado para la Dirección de Análisis y Programación Sectorial de la Vicepresidencia de Infraestructura de CAF.

www.caf.com/publicaciones

No hay comentarios: